top of page
Search
  • Writer's pictureLaura Mendez

ASUMIRSE ADULTO/A: ¿QUIÉN PAGARÁ LAS CUENTAS?

(English version: https://betterwritealetter.wixsite.com/blogdearimadiary/post/assuming-myself-as-an-adult-who-is-gonna-pay-the-bills)


Permítame introducir el texto que está a punto de leer como el primer extracto de una historia con toques dramáticos y caricaturescos de una alguien que un día se mudó de país y con mil vocecitas en la cabeza decidió contar la historia con palabras escritas que si se leen en voz alta parece que suena a algo. Mi nombre es Laura Méndez, una persona con pasaporte colombiano, cuerpo en los países bajos, corazón aquí y allá y panza en el mundo.


Decidí comenzar la historia en el momento que para entonces era el presente, pero que, para ahora, 26 de Diciembre de 2022 es el pasado cercano, sin ser el principio de la historia fuera de mi país de origen, pero tocando temas de momentos diferentes, esta es la primera parte por pura casualidad, la segunda puede ir cronológicamente antes de la primera y así sucesivamente. No se preocupe, el chisme parece tan prometedor que lo llevará a entender, aunque sea un poco, lo de la ubicación está difícil porque quien escribe también se encuentra perdida. Nos vemos por ahí. ¡Bienvenid_s!

________________________________________________________________________



Pudo ser una semana distinta, pero resultó siendo así, todos quisiéramos haber hecho en algún momento las cosas diferentes y luego nos despertamos, ya casi estamos en los 30, con crisis de identidad y pensando que para este entonces nuestros papás ya tenían dos hijos, carro y casa propia.


Ese día me levanté así, encartada con la vida como siempre, disfrutando del sol que se colaba por la ventana y de las sombras de los árboles en la pared. Era un lunes, tal vez un viernes, los días dejaron de tener nombre desde que los horarios no significan nada en la rutina. Candy (mi gata) no vino a aullar pidiendo comida y al otro lado de la puerta no olía a huevos, chocolate y jugo de naranja fresca. “Hace un año que no estoy allí”, pensé, aún así seguía extrañando aquella rutina que me acompañó en los años anteriores. Sin embargo, era un extrañar diferente, un extrañar sabiendo que no solo me había mudado de lugar, sino de ser. Ese día, después del drama y del romanticismo de este relato, me levanté pensando “quién pagaría mis cuentas el próximo mes”.


Agarré con fuerza el poco aliento que me quedaba y con la victoria de haber podido salir de la cama puse una banana en un plato con cereal y yogurt y respondí: “yo, yo pagaré las cuentas el próximo mes”. Aquí hago de nuevo una pausa dramática con el único motivo de evocar una imagen en la que se me ve derritiéndome en la mitad de la habitación, con crisis de “no soy capaz” y cara de “jueputa, en qué me metí”. La decisión estaba clara, sabiendo que más que una decisión era un hecho, un facto, un “es lo que es”.


Quizá usted lo sepa porque ha estado en mi misma situación, quizá se lo imagine porque ha visto películas, quizá crea que lo sabe porque ajá es de los que se las sabe todas o alguien le ha contado, pero déjeme le explico con mis palabras y sensaciones lo que significa mudarse de país:

Migrar es… Es que le despierten con un baldado de agua fría, es alargar las raíces y extrañar hasta el jabón rey. Migrar no es solo ir de viaje, conocer lugares de película, cambiar de clima y comida, conocer nuevas culturas y hablar otros idiomas, es también chocar con todo lo anterior, perderse de la dirección no solo física sino espiritual, profesional y personal, es andar preguntándose todo el tiempo ¿quién soy?, es cuestionarse infinitamente cada pequeña cosa que creía era normal y resulta que ahora no, entonces ¿qué es la normalidad? Migrar es aprender a relacionarse de nuevo, es pescar palabras y evitar hablar porque no se encuentra la forma, es encontrarse en medio de todo y todos sin entender nada, desde la señal de tránsito, hasta una conversación casual.

Y con migrar vino el asumirse en la adultez, entre comprar el pan, cocinar más que pasta con tomate, afiliarse a un médico y hasta pagar las cuentas, que las sábanas son caras, las toallas ni se diga, el Netflix y el Spotify resulta que no se pagan solos y quién me financia entonces los dulcecitos. Ese día, sin importar si era lunes o viernes me emancipé conscientemente de los patrocinios que asumieron casi por obligación mis progenitores y tomé las riendas de mi hogar, un hogar móvil que sin saberlo había empezado a construir desde antes de montarme en un viaje sin regreso.


Recordé que recién me mudé, aún con lo empoderada y decidida que creía sentirme, no logré conseguir un trabajo de medio tiempo por mi condición de estudiante no perteneciente a la unión europea, mi permiso no me permitía trabajar más de 16 horas y para poder acceder a un trabajo había que completar un proceso por el que una gran cantidad de empleadores a los que acudí no estaban dispuestos a pasar. Meses después, luego de haberme rendido por ese lado firmé un contrato de estudiante con el gobierno holandés, para cuando ese contrato terminó mi permiso y camino como estudiante aspiraban a lo mismo y me desperté ese día con aquella pregunta fastidiosa de adulto que no se asume “¿quién pagará las cuentas el próximo mes?”, me levanté entonces ese día decidida a vender mi alma a una bodega de logística en turnos de 5pm a 2am con deseos de cumplir el objetivo básico y seguir.


Es aquí en dónde empieza la historia, en las puertas de una bodega que se encarga de descargar y cargar camiones llenos de miles de envíos diarios. Es aquí en dónde la protagonista del relato levanta cajas llenas de hasta 30 kg de pensamientos y mierda de algún internauta poseído por el consumo, durante 8 horas, 3 o 4 días a la semana.

En este punto de la historia asumo, pero sobre todo aspiro a que usted, lector, se encuentre enganchado y curioso con lo que sucedió con aquella alma de adulto que no se asume y quiera saber cómo continúa la historia. Yo, en mi condición de narradora ejecutante del relato, me permito dejar tres puntos de suspenso y seguir narrando esta historia tragicómica, que merece tiempo y digestión, en algunas letras futuras.


Hasta aquí la primera parte de una serie de 3 o 4 (tal vez más ó menos) micro relatos de la historia de una adulta más que como cualquier adulto/a se rehúsa a serlo.

38 views0 comments

Recent Posts

See All

LET'S TAKE IT TO THE NEXT LEVEL!

#TAGS

© 2023 by Annabelle. Proudly created with Wix.com

bottom of page