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¿ALGUNA VEZ HA HABLADO DE SOLEDAD?

  • Writer: Laura Mendez
    Laura Mendez
  • Aug 4, 2022
  • 3 min read



Fue un día como hoy que me desperté por fin sabiendo qué me pasaba, no era un día diferente, pero ese día lo dije, primero en silencio, luego lo grité al agua tomando una ducha, al final se lo susurré a la luna, no hubo un momento para compartirlo, a veces hay cosas que no se quieren compartir, otras veces simplemente no hay con quién compartirlas.



La soledad se ha presentado de diferentes maneras, pero esta vez, esta vez es intensa, sobrecogedora. Aquel día no fue capaz de mirarme a los ojos, pero me presionaba el pecho, me presentaba recuerdos, me bombardeaba de pensamientos, de cualquier lugar, de cualquier momento menos del presente. Me he dicho por estos días que me extraño, me extraño porque en soledad me es difícil verme reflejada, en soledad suelo olvidarme de cómo me comporto y empiezo solo a imaginarlo, en ocasiones tan lejano de lo que creía ser; me extraño sin palabras exactas, pero con un hueco en la panza que estoy segura no es de hambre, aunque lo sacio con galletas y helado.


Y con la soledad vinieron las preguntas y la culpa, esa es otra que no se aguanta estar lejos, de las muchas sensaciones que me atraviesan a diario, sin duda la culpa es la que quisiera encontrar menos, pero ahí está. ¡Hola! ¡Hola! Me despierta en la mañana en el momento más placentero del sueño, esta tiene una voz chillona, insoportable, es una vocecita que martilla la espalda, se clava en la coronilla y produce espasmos. De esa, de la culpa me encargo yo, con sorbos de agua, con paciencia de momentos inexistente, a esa la llevo de paseo y le enseño otros lugares, la dejo por ahí para que se pierda un rato, pero, ¿pero de la soledad quién se encarga?


Ahí viene de nuevo una oleada de negación y autosabotaje, me quiero ir, quiero salir, pero aquí estoy, en la misma posición de hace unas horas, “para” le digo, “me voy” y espero, espero a ver si mi cuerpo reacciona, pero no es así, sigo ahí en la misma posición. Y es que la soledad no es solo literalmente no estar con alguien más, sino que aún estando no hay un reconocimiento, no hay una satisfacción completa o un sentimiento pleno y envuelve el cuerpo, lo paraliza.


¿Alguna vez ha hablado de la soledad? ¿Se ha enfrentado a ella? ¿Le ha dado besitos y la ha sacado a pasear? O ¿simplemente la ignora?


A veces me huele a empanada, pero no puede ser y entonces me despierto, a veces me acuerdo que me gusta estar de cabeza y entonces recuerdo que en el estudio no hay nadie, entonces no voy, a veces agarro una aguja y en el ir y venir me doy cuenta que se dobla y que la tensión la estoy descargando en ella, entonces la dejo. Ese día muy parecido a hoy no fue un día especial, fue un día muy parecido a otros, a estos, a los últimos, a esos días que no se distinguen entre ellos, son días, solo días.


Aquí en medio del todo que parece nada, de la curiosidad de los lugares nuevos y el placer de conocerlos, de compañías encantadoras y experiencias únicas; aquí en medio de lo desconocido y el miedo a crecer, le coqueteo a la soledad a ver si se espanta, a ver si acordamos citas y no se apodera de mi capacidad de decisión...


Salud, por descubrir y descubrirse, por aceptar las piedras en el camino (aunque a veces parezcan imaginarias), salud por ahogarse en vasos de agua, por las compañías comprensivas y por la intrusa soledad, nostalgia o el nombre que quiera. ¡Salud! ¡Salud! ¡Salud!

 
 
 

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