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  • LAURA MÉNDEZ

HAY QUE CREER EN ALGO, HAY QUE CREER...


Sí, soy de esas que espía a hurtadillas los regalos debajo del árbol, de esas que se emociona tanto que cuando rompe el papel se desilusiona, pero disimula. Era de las que creía que la novena duraba más de nueve días y que el niño dios nacía después de tiempo solo para que uno estuviera con la incertidumbre, pero no, ya entiendo por qué dicen que crecer es aburrido, los días se hacen más cortos, las cosas más pequeñas ¿y los regalos? ¡¡los regalos son cada vez menos!!

Y es que no hay nada más feo que le empiecen a preguntar a uno cuáles son las metas para el próximo año, en vez de a qué curso entra. Me rehúso a crecer, aunque mi papá me diga todo el tiempo que tengo que hacer algo por mi vida, si es que hace quizá 10 años tenía eso más claro que ahora. ¿Será que hay algún problema con que quiera estar colgada de cabeza todo el tiempo? Por lo menos ahí tengo otra perspectiva del mundo.

La cosa es que en esta época del año en donde todo es celebración y reuniones familiares, solo existe por todo lado esa palabra que ya no sé si me causa escozor o risa -reflexión-, en donde nos llenamos de cosas la cabeza, de propósitos la “nueva vida” y “a la hora de la hora” hacemos sólo la mitad o menos. Lo que si no hay que negar es que esa idea de “año nuevo, vida nueva” nos llena de una emoción extraña que como una insolada u otras cositas por ahí, duran sólo la calentura. Y al final lo único que realmente queda en esta época es una panza difícil de bajar.

Y hablando de calentura me fui de verano-neo. Junto con la reflexión de fin de año vienen unos días libres de la familia y: “Mija, empaque el “chingue” que nos vamos pa´ piscina”. Con la emoción que me da a mí siendo alérgica al calor, amando el frío, mi cama, mi tubo, entre otras cositas; a regañadientes empaqué un “chingue” que compré de afán, la mitad de mi closet, tres libros (que dizque pa´leer), el pc y un cuaderno (que dizque pa` escribir), unos 5 tarros de bloqueador y repelente y a mi gata y nos fuimos.

Haciéndole guerra al sol y a los mosquitos, con camisa de manga larga, gorra, gafas y repleta de bloqueador, dejaba que el agua me tapara completa hasta las orejas (sí, exagero, pero no mucho) y así toda la tarde-noche, esperando a deshacerme con el agua, dejando que mis manos y mis pies se arrugaran, “día tras día” (léase cantando). Y me dediqué a engordar, porque en el calor no dan más ganas sino de comer y dormir, pero eso es rico de vez en cuando, bueno, a mí me gusta siempre. Pero que conste, fui al gimnasio UNA mañana y lavé los platos un par de veces, leí dos libros y nunca escribí, pero quiero que quede claro, fui bastante productiva a la hora de engordar.

PDT: Dejé las redes sociales por esos días, porque eso de estar envidiando los paseos en lugares paradisiacos de los otros me sabe amargo, yo preferí broncearme debajo de un árbol y dejar de “chicanear”.

SALUD POR LOS FINALES DE AÑOS, POR LOS PASEOS FAMILIARES, POR LA PICADURAS DE MOSQUITOS, POR LA FAMILIA, LOS AMIGOS, EL AMOR Y PORQUE EL AÑO NUEVO ES DE VIDA NUEVA, SALUD, SALUD, SALUD...


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