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  • LAURA MÉNDEZ

¿ESTUDIAR?


“Mierda, ya es domingo” dijo Monika mientras desayunábamos. “Ya es Domingo”, respondí, “¡Mierda!”. Eran las 11 de la mañana y acabábamos de

despertar después de haber llegado a las 4 de la mañana a casa, por alguna razón mi energía estaba en la cumbre y corría de un lado a otro bastante feliz, por lo contrario ella no podía con su propio cuerpo “No puede ser, aún estoy en pedo” Repetía con alguna que otra risita en medio. “Tengo que estudiar” le decía yo una y otra vez, a lo que ella respondía lo mismo, no hubo una conversación coherente en la mañana y mi energía se diluyó mientras empezaba con aquello de estudiar.

¿Qué más quieren de mí? Ya entregué un guión e intente jugar con los programas de edición, ya termine clases y fui a la mayoría, así como participé en ellas. ¿Qué más quieren? No entiendo eso de los exámenes y ahora mientras trato de concentrarme con las letras en el cuaderno y en la pantalla me doy cuenta que mi cuerpo tampoco lo resiste (no es solo la mente) un extraño mareo me invade y siento la tensión abajo, mis manos están demasiado frías y solo quiero salir a correr. ¿Por qué existen los exámenes? Hace poco más de cuatro años que no tenia de eso y ya había olvidado lo que se sentía (sí, como siempre me estoy sobreactuando, pero es que es HORRIBLE).

Ya sé lo que hago semiinconsciente cuando quiero evadir algo que estoy destinada a hacer, y es que soy de esas que cuando tiene obligaciones con el simple hecho de saber que lo son las alarga constantemente. Aquí que mis instintos de ama de casa han salido a la luz me da por recoger, lavar, limpiar y arreglar cuando sé que me tengo que sentar a hacer algo y estos días eso no ha sido una excepción, pero aparte de todo están pasando una serie de cosas que ni siquiera he podido asimilar. Acabo de volver de un viaje y de entregar trabajos (que hubiera preferido hacer mejor) ; cuando llegué en la casa habían dos personas, Soledad y un intruso que decía estar con ella, estaban mudándose y logré pasar una noche sola hasta que volvió Arthur y luego Monika. Arthur volvió a irse y quedamos Monika y yo tratando de entender lo que sucede, los demás nos hacen falta y la casa se siente extraña, pero para rematar tuvimos que acudir de rescatistas al corazón de Soledad. Sí, ¡Monika y yo! Quizá las menos indicadas para tal situación, pero ahí estábamos, comprando comida, dulces y alcohol para calmar la pena, evadiendo de nuevo lo inevitable, estudiar. Y como no podemos decir no terminamos en un bar, luego en otro, en otro, en otro, en otro y en otro… “Tengo que estudiar” decía “¡no importa!”… y para rematar, mi inexperiencia con los borrachos hacía menos llevadera la situación, claro que también la estaba pasando bien, de eso no me quejo, así que podía reír un poco del comportamiento de las demás. También bebí, más cosas horribles de las que hubiera querido, pero mi cuerpo parece inmutarse ante el comportamiento alcoholizado de los demás.

En fin, después de darle tantas largas, me encuentro de nuevo evadiendo el hecho de estudiar mientras escribo esto, con los dedos a medias porque no puedo dejar de comerlos a causa de la ansiedad y es que todo está pasando demasiado rápido que parece mentira…

“Qué lindo es el amor”, digo, “sí, una mierda”, iniciando una nueva conversación.

6:00 p.m. menos de 24 horas más para el final del primero.

¡SALUD, POR LOS EXAMENES, POR EL AMOR, POR LOS DULCES, LAS FIESTAS Y LAS EVASIONES, SALUD, SALUD, SALUD!


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