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  • LAURA MÉNDEZ

NUNCA DIGAS NUNCA


Siempre me ha pasado que a lo que digo que no, no quiero, no me gusta o nunca, termino haciéndolo en algún momento. Ahora con tantas cosas nuevas e inesperadas, esto es más frecuente. Qué bonito es crecer siendo consciente de eso, que bonito es verse reflejado en los demás o mejor, que los demás se vean relejados en uno.

Desde que llegue, he empezado a hacer muchas, muchas, muchas cosas que no hacía antes (porque realmente no hacía mucho). Supongo que ser más o menos productivo hace parte de crecer y esas cosas. Y no es tan malo, sobretodo porque uno decide. Que la cocina, que el baño, que la ropa, que el mercado… todas cosas de pura necesidad, por las que antes no me tenía que preocupar. El baño, la cocina y la ropa siempre estaban limpias y el mercado y la comida siempre estaban hechos, nunca pensé en limpiar (a no ser que estuviera sola y lavara mis platos), muy pocas veces pensaba en cocinar (casi nunca) y al mercado solo iba pensando en las galletas, los ponqués y los dulces. Pero ahora, esas cosas impensables son algo de todos los días y debo confesar que me gusta (espero mis papás no lean esto) no sé si es porque sé que quizá sea cosa de poco tiempo o porque tengo espíritu de ama de casa o tal vez las dos, pero me gusta.

Y ahora resulta que soy como la mamá, que por qué no recogen los vasos, que metamos esto aquí para que no haya reguero… y si viene visita, que si quieren algo, que venga yo le sirvo, que primero ustedes… y cuando alguien llega, que cómo te fue, qué tal el día, las clases y las tareas… Eres como una mamá me dicen a veces, “¿mamá yo? NUNCA”, pienso, sonrió y asiento. Pero tengo que aceptar que sí se sale a veces eso, la preocupación por el otro y la satisfacción porque estén bien (¡QUE RARO!). Claro de vez en cuando se sale la bebé, la consentida, pero por lo general, la mamá o la tía!!!!

La vez pasada tuve un déjà vu: tocaba partir una torta y nadie sabía cómo, las miradas se dirigieron hacia mí (¿cómo carajos se parte eso? Pensaba “sabía que tenía que ponerle atención a mi mamá o ayudarle de vez en cuando” ¡FUUUCK!). En cualquier fiesta familiar las miradas se dirigían hacia mi mamá y de repente estaba yo en su lugar!!!!!! ¿qué está pasando? Nunca pensé que saber cortar ponqué sirviera de algo y ahí estaba yo tratando de que un pedazo no fuera más grande que el otro (no lo logre). Luego, ¿Quién pensaría que cortaría un pollo con unas tijeras y terminaría convenciendo a todos con olla en mano de que terminaran el poquito que quedaba? (awww… soy una mamá encerrada en cuerpo de adolescente cuidando a las personas lindas que llegan a mi vida).

Bueno, descubriendo mi espíritu de madre y ama de casa y estrellándome con cosas que “nunca” pensé hacer me encontré de nuevo con lo inesperado. Un viaje a Portugal reunió a dos épocas, los que pagan con descuento de estudiantes y los que pagan con descuento por ser adultos mayores. Un pequeño bus con 15 personas nos juntó con grandes personajes.

Conocí más iglesias, monasterios, catedrales, basílicas en un fin de semana que en toda mi vida. Esto es “AbuelitoFest” dijo uno de mis amigos, mientras tratábamos de escabullirnos por entre las canas y los bastones. Más allá de las cuestiones religiosas, la historia que se encierra en esos lugares es impresionante, la arquitectura y la inmensidad son indescriptibles.

El grupo con el que viajamos, no podía ser mejor, pura experiencia y conocimiento andante, cuidándonos y compartiendo. Y es que cuando nos sentábamos a comer, nos dábamos cuenta que el desfogue de energía no tiene edad, las risas y los comentarios, como la comida, no se hacían esperar. Todos parecíamos niños descubriendo, las miradas perdidas en la inmensidad de las calles, en la inmensidad de los monasterios y los templos y en el horizonte que nos regaló un hermoso atardecer a la orilla del mar. Sí, niños corriendo por ahí (bueno, caminando rápido), ¡sorprendiéndonos! Qué bonito es ver aquellos rostros llenos de experiencia iluminados de emoción con los pequeños y grandes detalles, con todas y cada una de las cosas, hasta con nosotros mismos (cuando sea grande quiero ser como ellos).

A veces es necesario detenerse y parar los pensamientos, para dar pasos sin ellos, lo no es planeado por lo general resulta ser más sorprendente, ese poder de asombro no deberíamos perderlo en ningún momento.

¡SALUD, POR LO INPENSABLE, POR LOS VIAJES Y POR LAS COSAS Y PERSONAS QUE DEJAN HUELLA, SALUD, SALUD, SALUD!


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