VIVIENDO CON CINCO CULTURAS
- LAURA MÉNDEZ
- Sep 24, 2016
- 3 min read

Los que me han leído sabrán que estoy en España, que acabo de mudarme y que lo inesperado se ha vuelto “el pan de cada día”. Al principio me aterraba un poco el hecho de compartir apartamento con tantas personas, pero ha sido enriquecedor.
El apartamento en el que vivo ahora, tiene cinco habitaciones, una sala – comedor, una cocina y un baño y medio; es grande y se ha tornado acogedor. En cada habitación hay un mundo, un país, una cultura y bueno, una persona. Somos muchos, ¡pero todos muy encantadores! Y de eso es de lo que voy a escribir.
Cuando llegué, me dijeron que habían dos chicos que estaban por llegar, una habitación con alguien ya y una desocupada…
El chino. Mis primeros días fueron escalofriantes, no solo porque estaba empezando con algo totalmente nuevo para mí, sino porque viviría con un chino que al parecer nunca, nunca salía de su habitación. Yo caminaba como en casa prestada, tratando de dejar todo intacto y ¡OH sorpresa! él estaba de viaje, una semana después apareció con una simpática sonrisa y un español a medias. Lleva un año en España aprendiendo el idioma, es el mayor de todos y es muy, muy limpio.
El italiano. La felicidad de la casa. Irrumpió en el apartamento un par de noche después de mi llegada y desde ahí ha sido pura alegría y vida desenfrenada. Es alegre, servicial y muy social. Habla hasta por los codos y mi misión ha sido entenderlo y que me entienda, porque su español aún está surgiendo (bastante bien, debo decir).
La Polaca. Llegó al final de la primera semana, con semblante asustado y español tímido, es muy inteligente y aprende rápido. Su español (de España) está siendo gratamente interrumpido por el latino.
El Salvadoreño. Llegó al final de la semana, es alegre y servicial, “formalito” diría un conocido, es el único que no está muy contento con el hecho de salir de su país y empezar con algo nuevo, sale poco, cocina poco y prefiere contar el tiempo restante para volver. El papá de la casa.
Y yo, la colombiana. Que para hablar de mi misma no tengo letras y mejor que lo expliquen otros, solo diré que soy el punto medio de todos, ahora tranquila y dispuesta a vivir un mundo de experiencias. En la casa me he convertido en quien está pendiente de los demás.
Por lo general el punto de encuentro es a la hora de comer y todo se ha tornado muy agradable y familiar, es grato llegar a casa y que haya alguien con quien conversar y compartir muchas cosas y que aun no sea un desastre completo. Es muy reconfortante encontrar personas que aunque sean diferentes estén dispuestas a compartir, aprender y entender a los demás. De ellos no sé mucho, pero se la pasa bien. Ahora, imaginen y rian cómo hacemos los cinco para lograr una conversación en la que entendamos, o en la que no aparezca un “ehm! cómo se dice...” , sí, imaginen y rian, porque no es posible.
Datos curiosos. aprendí que chuco es u perrito en el salvador, que cheveré es una palabra proveniente de África, sé decir derecha e izquierda en italiano, probé un raro pescado con sazón chino y participé en un almuerzo de comida china-italiana…
¡SALUD, POR ELLOS, POR LA CASA Y POR LA VIDA POR REUNIRNOS, SALUD, SALUD SALUD!
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