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DEL HOTEL MAMÁ A MI PROPIO HOTEL

  • LAURA MÉNDEZ
  • Sep 18, 2016
  • 2 min read

Hay cosas que el mundo no te dice, te enseña y te das cuenta que empiezas a aprender de ti mismo, de tus acciones y decisiones.

La suerte viene a mis espaldas y la buena energía y las buenas personas llegan a mí con los brazos y las puertas abiertas. Al llegar a Salamanca me encontré con una familia que me acogió como parte de ella. Está bien no esperar nada a cambio, porque siempre terminas recibiendo mucho.

Y como las ganas de explorar y conocer otras cosas no para, me he encontrado de nuevo con mis caprichos y mis decisiones apresuradas y es este el mejor momento para conocerme.

¡El que desee ser grande, que lo piense dos veces! No es tan fácil como lo pintan las telenovelas y no es tranquilo y perfecto como se espera (¿o sí?).

De camino a mi nueva casa mi cabeza no paraba y una parte de mi entraba en la horrible zona del arrepentimiento. Salir de la zona de confort nunca es fácil, pero siempre es necesaria, muchas veces placentera y definitivamente educativa. Llegué a un apartamento de 5 habitaciones (sí, cinco personas desconocidas en un mismo lugar), el propietario me recibió nuevamente con las puertas abiertas y decidió adoptarme, “yo soy tu padre español, guapa, solo pide lo que necesites”, me dijo, seguido a esto mis peticiones no se hicieron esperar y luego, me encontré sola en un apartamento que solo tenía rastros de polvo.

“Eso era lo que quería”, pensaba, estar sola haciendo mis propias cosas, claro (¡trágame tierra!).

Ir al mercado fue lo más emocionante de mi primer día como “persona grande” y cuando llegué a casa me di cuenta que había dejado la mitad. Sola, en una casa llena de fantasmas que habían habitado este lugar, tenía que enfrentar la decisión y empezar mi nueva travesía.

Un par de noches después la casa empezó a llenarse, y en el mundo que me había imaginado nadie se metía con nadie, cada quien estaba en lo suyo, comía lo suyo y hacia lo suyo (¡sorpresa de nuevo!). “¿cocino para ti también?”, decía el mensaje que cambio toda mi perspectiva. Y unos días más tarde estábamos todos cocinando y comiendo juntos. Sí, lo inesperado resulta también ser muy bueno.

Estoy creciendo sin hacerlo y me estrello una y otra vez con todo, con todos, conmigo y aprendo. He confirmado que los sentimientos son una decisión, no todo es tan malo o tan bueno como parece todo depende del punto de vista desde donde se vea.

¡SALUD, POR LAS NUEVAS EXPERIENCIAS, POR LO INESPERADO Y LO DESINTERESADO, SALUD, SALUD, SALUD!


 
 
 

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